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No hablemos de culpas
No son pocos los padres y madres que temen ese momento de contarles a sus hijos que se van a separar. Muchos miedos y culpas acuden en busca de su protagonismo.
Habitualmente en este momento se les traslada a las niñas y niños que se les quiere, que se desea lo mejor para ellos, que aita y ama han decidido terminar su relación de pareja pero que continúan como padre y madre y que quieren lo mejor para ellos.
Y tras un silencio, padre y madre temen la pregunta que es muy posible que de una u otra forma llegue: si tanto nos queréis, si lo hacéis por nuestro bien, entonces, ¿por qué os separais?…
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Es el momento en que afloran los miedos, los sentimientos de culpa, el sentirse egoista, el sentir que estás haciendo un daño irreparable y, lo que puede ser peor, un daño evitable. Bien, todo eso en muchas ocasiones esta ahí, de poco nos va a servir negarlo, de poco nos va a servir mirar para otro lado.
Desde esta atalaya no tenemos una fórmula mágica que os sirva para lidiar con estos sentimientos y emociones, lo cierto es que no la tenemos. Lo que sí podemos es llamar la atención sobre lo importante que es el hacernos conscientes de donde ponemos nuestro foco, donde dirigimos nuestra mirada. Poner el foco en la culpa y el miedo sólo hace agrandar el problema y hacernos más daño, bien sea directamente a uno mismo por verse culpable, bien sea indirectamente a través del otro, por ver a éste como culpable.
Si retiramos el foco de las culpas, el pasado, los reproches, los miedos y lo dirigimos a nuestros hijos, a sus necesidades en el momento que están viviendo ahora, a los medios que tenemos a nuestros alcance para cuidarles y protegerles, si miramos más allá de nuestras cuitas, estaremos, ojalá, mirando hacia un futuro mucho más enriquecedor y amable para todos vosotros.
Dirigir nuestra atención hacia las necesidades de nuestros hijos e hijas no tiene porqué hacernos desistir de nuestra decisión de separación, lo que sí puede hacernos es comprender que sí es nuestra responsabilidad (no hablemos de culpas) el cómo atendamos a ese proceso de separación y divorcio, y en qué manera el bienestar de nuestros hijos ha de estar presente.
Estudios realizados por la cátedra de Psicología de Familia de la Universidad del Pais Vasco a los que hemos tenido acceso a través de la charla formativa dada por el catedrático, Enrique Arranz, señalan que la gran mayoría de los hijos e hijas de familias separadas al de un tiempo regularizan la situación y no sufren una sintomatología especial fruto del divorcio de sus progenitores. Y que aquellos que sí la sufren, una minoría, las causas no se encuentran en las decisiones que les afectan, esto es, en el tipo de custodia, capacidad económica, estudios de sus padres, etc. sino que están relacionadas con el proceso del divorcio, con cómo se ha gestionado el divorcio y en qué medida, positiva o negativa, ha influido dicho proceso de divorcio en los menores.
Y aquí, padres y madres sí tenemos una responsabilidad.
salud !!
DC taldea